DANZAS NOCTURNAS
LUIS G. JORDÁ
Luis Gimeno Jordá fue “el otro catalán”, además de Jaime Nunó. Vivió en México la mayor parte de su vida productiva y jugó un papel notable dentro de la vida musical del México porfiriano. Como intérprete se hizo famoso tanto por su dominio pianístico como por sus interpretaciones con el llamado Quinteto Jordá Rocabruna, uno de los primeros grupos de música de cámara profesionales que hubo en el país. Pero sobre todo, Jordá fue el más exitoso compositor de aquellos tiempos. Su ‘conflicto chino” Chin-chun-chan fue la zarzuela de autor local más veces representada en los anales del teatro mexicano, mientras que su mazurca Elodia fue la partitura más vendida del fin de siècle mexicano. Además, Jordá ganó el premio convocado con motivo de las fiestas del Centenario al componer un poema sinfónico, titulado Independencia, para coro, solistas y orquesta sinfónica.
La obra de Jordá está llena de aciertos y de páginas descubrir. Sus canciones revelan una factura exquisita, algunas de sus obras para piano le muestran como un verdadero virtuoso, a su música teatral la distingue una notable vena lírica y un sensible sentido dramático. Pero es en su música de salón, como en estas Danzas nocturnas, donde encontramos una verdadera decantación de los géneros en boga, tales como mazurcas, valses o danzas habaneras. Sin duda bajo el influjo del modelo de Chopin, Jordá tomó estos géneros y destiló, con el fino manejo de su oficio, las mejores cualidades rítmicas, armónicas y melódicas de estas piezas. Es porque sus Danzas nocturnas denotan una sutileza y una sensualidad evidentes y poseen una cualidad cautivadora que parece no haber perdido su frescura o intensidad con el paso del tiempo R.M.